De todos es sabido que el deporte juega un papel preponderante en la vida de los individuos en nuestra sociedad. Son muchas las ventajas que conlleva la práctica regular del ejercicio físico. Entre ellas, la mejora de la salud, tanto física como psicológica y social.
En este sentido, la Organización Mundial para la Salud (OMS) define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (OMS, 1990). Por ello, con el objetivo de dotar de más calidad a los años de vida, en la actualidad, el deporte no sólo es un pasatiempo, sino también una fuente de experiencias que mejoran el bienestar de los individuos en una sociedad altamente cohesionada por estas prácticas, reduciendo, además, el riesgo de padecer ciertas enfermedades.
Siguiendo el estudio del mercado laboral realizado en el Libro Blanco, se deduce que el deporte es una fuente significativa de empleo en nuestro país. En la última década se ha incrementado hasta un 57% el empleo deportivo en Europa y un 100% en España. Por otro lado, la realidad social actual pone de manifiesto la consolidación de la práctica de actividad física y el deporte en nuestra sociedad, como un derecho de los ciudadanos y un indicador de bienestar y calidad de vida de las sociedades desarrolladas. Ambas circunstancias permiten justificar la necesidad de preparar a científicos que cubran esta demanda, con el fin de producir avances en el área, mejorando así la calidad de vida de la población.