La UCAM, a través del grupo Procesos y contextos educativos, investiga el tema de los impactos de la saturación de medios de comunicación en la sociedad, con un proyecto de investigación que financia el Vicerrectorado de Investigación. Liderado por la Dra. Micaela Bunes y del que participan la Dra. Ana González, la Dra. María Tornel, Dña. Mª del Mar Pintado, el Dr. Juan José González, y la Dra. Belén Blesa, el grupo lleva el proyecto titulado “El cuerpo y su ausencia: escenario y contenido de la comunicación de los jóvenes” para comprobar si las nuevas generaciones perciben diferencias comportamentales cuando se comunican cara a cara o por dispositivos electrónicos. Se encuentran ahora en la fase de análisis de las repuestas de una muestra de 52 jóvenes entrevistados. El análisis se basa en el modelo Hall-Tonna, modelo de identificación de valores para el desarrollo humano desde una perspectiva sociológico-experimental y del cual la Dra. Micaela Bunes es experta.
Hoy en día, la comunicación a través de medios tecnológicos es algo tan común que parecemos siempre disponibles y al alcance de la sociedad. Hablar cara a cara, sentarse en un café sin mirar a su móvil, estar concentrado en lo que ocurre a nuestro alrededor son cosas que nos cuestan cada vez más trabajo. La presencia de los gestos (el lenguaje del cuerpo y del rostro) parece pasar a un segundo plano en esta comunicación basada en las pantallas. Los más afectados por este cambio son los jóvenes y adolescentes que nacieron en esta sociedad digital.
Este trabajo comenzó con dos artículos publicados por la investigadora principal del grupo de investigación Procesos y contextos educativos, la Dra. Belén Blesa Aledo. En su primer artículo, “El lugar del silencio en la era de la comunicación” planteaba el descuido del silencio en una sociedad como la nuestra que ha hiperbolizado la comunicación entendida especialmente de una manera reactiva. A partir de este, siguió investigando y sacó su ensayo “¿Comunicas, luego existes? Una crítica a la ideología de la comunicación” poniendo a la luz el papel de la comunicación como un elemento central de control social hoy en día.
“En este trabajo también aparece otra inquietud asociada y es cómo nos está afectando a un nivel ético y existencial la comunicación basada en dispositivos electrónicos que desplaza el cuerpo y el cara a cara en nuestras relaciones. (…) Se sugiere una toma de conciencia de los límites propios apelando a una vuelta a lo concreto, desde el cuerpo, la reflexión y la serenidad” concluye la Dra. Blesa.
Estos trabajos apuntan hacia las diferentes posibilidades que ofrece la comunicación humana y plantean cuestiones como el impacto sobre nuestras vidas de una comunicación que nos mantiene permanentemente al acecho y que llega a vivirse como una imposición. ¿En qué medida es posible que podamos estar disponibles para todos en cualquier momento y espacio? Cómo esta entrega permanente afecta nuestra intimidad, hasta molestar el propio pensamiento, tarea que necesita de hecho el silencio? Y como cuestión de fondo, qué trampas se presentan hoy en día a nuestra libertad. ¿En qué sentido estar hipercomunicados nos hace más libres, pero también en qué otro sentido nos hace estar más sujetos?